Guillermo Suárez afrontará la pelea más importante de su carrera, el viernes 21 de enero en Mendoza haciendo el semifondo Matthysse-Corley. La pelea de la vida, la viene ganando hace rato. Conocé la historia del boxeador del club S.I.C.A.
Por Andrés Mooney
Sus remeras de básquetbol, las bermudas anchas y gorras exuberantes, simulan un rapero de estos tiempos. Si nos dicen que practica deporte, bien podríamos pensar que recorre en “skate” (o, la versión más moderna, el “longboard”) la ciudad de Córdoba. O que baila hip-hop y algún otro baile proveniente de los Estados Unidos. Hasta que lo vemos sobre el ring. Allí las dudas se despejan. La cara de buen tipo se transforma en la de un bonachón que sufrió una estafa y va por la venganza.
Los primeros pasos
Guillermo Suárez sonríe como si la vida fuese un regalo, pero sobre las 16 cuerdas se encarga de cobrarse las deudas que el destino aún no saldó. Se acercó a un gimnasio por vez primera a los 16 años y lo recuerda como si fuera hoy: “Comencé en el gimnasio del Centro Vecinal de barrio Güemes, en la calle Bolívar, con el profesor Roque Pérez. Me fui iniciando y haciendo peleas de a poco”.
Los primeros pasos
Guillermo Suárez sonríe como si la vida fuese un regalo, pero sobre las 16 cuerdas se encarga de cobrarse las deudas que el destino aún no saldó. Se acercó a un gimnasio por vez primera a los 16 años y lo recuerda como si fuera hoy: “Comencé en el gimnasio del Centro Vecinal de barrio Güemes, en la calle Bolívar, con el profesor Roque Pérez. Me fui iniciando y haciendo peleas de a poco”.
Aquel primer paso en el boxeo no lo olvida. Menciona su mentor (Roque Pérez) y se encarga de destacar que fue su referente, alguien a quien quiere como un padre: “Gracias a Dios estuve con gente que me ayudó, que me quiere mucho. Como persona que me ha marcado, Roque Pérez fue como mi papá, quien me inició”. Los grandes no olvidan sus raíces y el hoy pupilo de Alberto Gómez es fiel a aquella premisa. No quiere que en momentos de triunfo se acuerden sólo de él y su actual rincón: “Hay gente que estuvo siempre. Una de las que uno nunca se olvida es Marta Varela, del Centro Guemes, que estuvo siempre conmigo, desde amateur, y por cosas de la vida, de crecimiento, uno hoy está en otro lugar”. “El boxeo logró estabilizarme de inconductas como la droga y el alcohol”, recalcó Suárez, quien admite que este deporte sirve para mucho más que intercambiar guantes.
El futuro ya llegó
Aquella etapa de aficionado quedó atrás luego de 47 peleas con los más granados de la división (“Luifa” Zárate, Luis “Pony” Garay, Luis Acuña, Luis Almada, etc.). Los tiempos que corren no permiten equivocaciones groseras y el tren no pasa seguido por estos lares. Guillermo Suárez tendrá la pelea más importante de su carrera cuando haga el semifondo de Lucas Matthyse y “Chop Chop” Corley, el viernes 21 en Mendoza con televisión para todo Latinoamérica: “Soy conciente que esta chance no la puedo dejar pasar, por eso estamos entrenando cada vez más duro. No tenemos techo, queremos seguir creciendo porque a medida que pasa el tiempo los rivales son más duros, el entrenamiento es mayor; hay que darle más horas y seguir adelante”. Y en ese escaso margen de error, a veces se definen peleas, carreras de muchos boxeadores. Se viene fin de año y a “la Pantera” le tocará brindar con bebida sin alcohol: “Es un honor estar en una velada internacional así que encaramos las fiestas con disciplina en las comidas y haciendo las cosas bien. Las palabras lo dicen todo, nosotros ya somos profesionales, nos manejamos de otra manera”.
Aquella etapa de aficionado quedó atrás luego de 47 peleas con los más granados de la división (“Luifa” Zárate, Luis “Pony” Garay, Luis Acuña, Luis Almada, etc.). Los tiempos que corren no permiten equivocaciones groseras y el tren no pasa seguido por estos lares. Guillermo Suárez tendrá la pelea más importante de su carrera cuando haga el semifondo de Lucas Matthyse y “Chop Chop” Corley, el viernes 21 en Mendoza con televisión para todo Latinoamérica: “Soy conciente que esta chance no la puedo dejar pasar, por eso estamos entrenando cada vez más duro. No tenemos techo, queremos seguir creciendo porque a medida que pasa el tiempo los rivales son más duros, el entrenamiento es mayor; hay que darle más horas y seguir adelante”. Y en ese escaso margen de error, a veces se definen peleas, carreras de muchos boxeadores. Se viene fin de año y a “la Pantera” le tocará brindar con bebida sin alcohol: “Es un honor estar en una velada internacional así que encaramos las fiestas con disciplina en las comidas y haciendo las cosas bien. Las palabras lo dicen todo, nosotros ya somos profesionales, nos manejamos de otra manera”.
Los sueños de este joven boxeador son muchos, el trabajo para lograrlo es grande y el sacrificio parece infinito. Su papá, chofer de la línea A4, está separado de su madre quien no consigue trabajo. Por eso el 21, cuando suba al ring, no subirá sólo. Estarán con él las horas de manejo de su padre, los días de búsqueda de trabajo de su mamá y la fuerza que sus cinco hermanos estarán haciendo desde la televisión; sabiendo todos que mientras más cueste, más sabor tendrá la gloria.
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