19 jun 2011

El Canelo: menos de lo que dicen, más de lo que piensan

Opinión
Saúl Álvarez Barragán defendió con éxito su cinturón ante un complicado probador al que superó con creces. Para algunos, puede encarar grandes duelos; otros, creen que aún está verde.
Por Andrés Mooney
La televisión mejicana quiere sus derechos de transmisión, Oscar De La Hoya defiende sus intereses, y es el niño mimado del presidente del CMB, José Sulaimán Chagnón. Con apenas 18 años formó su compañía promotora de boxeo (Canelo Promotions) y organizaba festivales dejando en claro qué lo moviliza: el afán por multiplicar sus ingresos monetarios.
Con menos sacrificio que muchos, obtuvo la chance de disputar un título mundial y, ante un rival de tercera serie (Matthew Hatton), se colgó el cinturón superwelter del Consejo Mundial de Boxeo. Las críticas le llovieron al histórico mandamás de la entidad con sede en Méjico y algunos hasta lo acusaron de "regalarle el título".
Con sólo 20 años, "el Canelo" (36-0-1) realizó su primera defensa y tuvo frente a sí a un europeo que con 34 abriles venía de hilvanar 10 triunfos consecutivos, 8 de ellos por la vía rápida. Tras 12 asaltos, dominó con criterio a Ryan Rhodes (45-4-0) castigando desde todos los ángulos con interesantes combinaciones, enviadas con una velocidad -que mantuvo durante todo el combate- y potencia admirables. En el último capítulo coronó la faena con golpes certeros que llevaron al árbitro a decretar el nocaut técnico en favor del mejicano. Álvarez demostró que tiene madera, pasta de campeón. Físicamente luce impecable, técnicamente es completo y psicológicamente no deja dudas: jamás le pesó ser fondista en su México natal.
"El Canelo" no es lo que la prensa Azteca pretende vendernos, claro. No podría enfrentar a Floyd Mayweather Jr. y tampoco sería oponente de Manny Pacquiao. Pero es mucho más de lo que sus detractores pretenden hacernos creer. Sus rivales no son lo exigentes que podrían ser, es cierto, pero a los que tiene en frente, manipula a placer.
Dependerá de él hacia dónde quiera inclinar la balanza: ser un grande entre los gigantes mejicanos o quedar en la memoria como el joven que pudo ser y no llegó. Habrá que esperar.  

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