Narváez y Bopp retuvieron sin atenuantes: el sureño sufrió más de lo esperado y "la Tuti" boxeó cómoda. Fue el Luna Park, sí el de Corrientes y Bouchard, donde estuvimos con unos tales Holyfield, “Roña” Castro, “Gordo” Domínguez, Sarbelio Fuentes, ¿los tenés?
La noche del Luna fue quizá el reflejo más puro de la situación de nuestro boxeo actual: un pelotón que milita en las series “a”, en las ligas grandes en serio, secundado por otra gran escuadra que, algunos con condiciones para aquellos desafíos, permanecen en discusiones (todavía) menores. Narváez y Bopp, con potencial para ser figuras top, asumen compromisos muy dispares, por ejemplo, a los de Martínez y Maidana. La noche del Luna fue (y es) también el reflejo del público del boxeo (¿o el público de boxeo del Luna?): una fila de asientos vip con alto poder económico y glamour, conviviendo con otra de unos cuantos recursos menos, humilde. Pero eso quedará para otra discusión con, por supuesto, especialistas que puedan explicarlo mejor.
Y el viaje se amortiza (en valores de tiempo, de pasión; en lo económico imposible: fuimos robados el sábado cuando esperábamos a Narváez en el lobby del hotel…) con ver a la “Tuti”, que cada día que pasa demuestra que sus rivales y su boxeo pertenecen a otro mercado, a otro nivel; o a Romina Arroyo, que la vimos nacer en el arbitraje en Córdoba y hoy es árbitro mundialista renombrada. El viaje se amortiza con verlo a Omar, que renegando más de la cuenta con un rival flojo, emana boxeo, movimientos de cintura que contagian a la tribuna al ritmo de “¡Huracán!, ¡huracán!, ¡huracán!”.
El viaje cobra sentido y lugar en la memoria a largo plazo, cuando repasamos y tomamos conciencia que compartimos espacio con Evander Holyfield (sí, el del tarascón de Tyson, el rey mundial, el que con 48 pirulos todavía pelea), con Jorge “Locomotora” Castro (¿se acuerdan la proeza ante John David Jackson?), con Osvaldo Príncipi (ese, el de los relatos memorables, el que para que no lo extrañemos tanto se nos aparece por Canal 7), con Don Sarbelio Fuentes (ajá, el mismo, fabricante de Narváez, Chacón, Carrera…es larga la lista), con Marcelo Domínguez (claro, el que nos embroncó a los cordobeses y aleccionó a “la Mole”, el hábil ex campeón mundial crucero), y tantos otros.
Pronto, Yésica Bopp será solicitada por los grandes mercaderes del boxeo mundial y la añoraremos como nos pasa con “Maravilla” Martínez, que hoy sería casi un acto benéfico lo que podría acercarlo a combatir a la Argentina. Seguramente, a Narváez le saldrá una pelea en el extranjero y, prendidos a la TV, recordaremos haberlo tenido a menos de un metro. Los rivales no fueron suficientes para tamaños boxeadores, es cierto, pero en la previa, también hay que decirlo, se sabía. Por eso, la sensación final es de gratitud. Porque se abrió el templo, a Luna llena, y nos invitó a entrar.
Pronto, Yésica Bopp será solicitada por los grandes mercaderes del boxeo mundial y la añoraremos como nos pasa con “Maravilla” Martínez, que hoy sería casi un acto benéfico lo que podría acercarlo a combatir a la Argentina. Seguramente, a Narváez le saldrá una pelea en el extranjero y, prendidos a la TV, recordaremos haberlo tenido a menos de un metro. Los rivales no fueron suficientes para tamaños boxeadores, es cierto, pero en la previa, también hay que decirlo, se sabía. Por eso, la sensación final es de gratitud. Porque se abrió el templo, a Luna llena, y nos invitó a entrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario