Opinión
El "Yoni" conservó su cinto pluma AMB en fallo dividido y polémico. El de Mendoza mostró grandes falencias al momento de atacar. Caballero, que fue más, olvidó que en juego había un cinturón mundial.Por Andrés Mooney
En la previa arriesgábamos, ensayábamos resultados con colegas a modo de juego de pronósticos por una razón: veíamos que la pelea era de primer nivel, que ameritaba la atención de todo el pueblo boxístico. ¿Por qué? Porque Jonathan Barros defendía por segunda vez y el nombre de su oponente era un clase "A". Porque el campeón había perdido sólo con Yuriorkis Gamboa en las tarjetas y luego, más allá de la calidad de los rivales que tuvo, había ganado con holgura a quienes enfrentó. Y porque Celestino Caballero es decir campeón mundial, es pronunciar el apellido Mayweather, es decir, también, boxeo.
Pero la atención que suscitaron no se correspondió con lo hecho en el ring. Jonathan Barros retrocedió algunos escalones en su evolución y maduración. Intentó con un Jab que se repetía acortar la distancia y sólo se cerraba el camino. Demostró que un oponente alto y de brazos largos, puede desnudar sus errores al punto de hacer dudar a terceros si es el boxeo de un campeón mundial o no. La pregunta se responde con la otra parte del análisis: la enjundia, el corazón, las ganas. Esas que el nacido de Guaymallén derramó sobre el ring, "Pelenchín" no regaló ni en pequeñas dosis.
Caballero empezó la noche con el mejor de los panoramas: sacó un brillante uppercut de derecha y derribó a Barros en forma espectacular. Sin embargo, el conducido por Jeff Mayweather no insistió en su ataque y dejó pasar la chance de una definición rápida. Parsimonioso, cauto, mezquino, "regaló" rounds con la izquierda baja, preocupado por defenderse sin tomar la iniciativa. Cuando se iba el combate, volvió a mandar a la lona al campeón y la historia se repitió: no arriesgó jamás. En los números, el panameño debió llevarse el triunfo por dos o tres puntos. Dos caídas y algunos rounds en los que conectó las mejores manos, eran suficiente para anotarse la victoria en una pelea pareja. Pero cuando en juego hay un cinturón mundial, con dos puntos de visitante no alcanza. ¿Está bien? De ninguna manera, no es justificativo y mucho menos de tarjetas con seis puntos en favor de Barros. Pero un título se pelea otra forma. Se transpira, se sufre. No a lo loco, no "ir por ir". Con orden, elegencia -que Caballero tiene- y también con corazón, sangre, pasión -que Caballero necesita-. "Pelenchín" dedicó más tiempo a hacer gestos y hablar con el árbitro, que a concentrarse para no dejar dudas sobre un triunfo que se le escapó y tuvo en la palma de la mano.
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