La Comisión
de Nevada lo hizo otra vez. En una pelea que debió ser un claro triunfo para
Manny, dos jurados eligieron a Timothy.
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Foto: Kevork Djansezian |
Por Andrés Mooney
La noche había dado sus primeras señales de malas vibras. Boston Celtics
perdía con Miami Heats y se quedaba fuera de la final de la
NBA, y uno de sus mayores fanáticos, Manny Pacquiao (54-3-2 38 k.o., 66,678 kg.), salía al
ring –demorado por esta cuestión: pidió ver el partido y luego pelear- molesto
por el revés de su team. Pero el sabor amargo de la derrota recién comenzaba
para el diputado por la provincia de Sarangani (Filipinas). Le iba a tocar, en
un combate parejo pero con claras ventajas a su favor, escuchar a los
irresponsables jueces que le decretaron la derrota.
Tres o cuatro, cuando mucho, fueron los capítulos que pudo
haberse llevado el ahora rey OMB welter, Timothy Bradley (28-0-0 12 k.o., 66,200 kg.), anoche en el MGM Grand de Las Vegas. El exvencedor de Luis
Carlos Abregú propuso pelea, de a ratos tomó el centro el ring e intentó ser el
gran protagonista de la noche. Pero su falta de punch sumado al corto alcance de brazos, hicieron que Tim avanzara
sin lastimar a su oponente. Más allá de su buena performance, Bradley equivocó
el camino. Intentó, en la media distancia, cambiar golpes ante un Pacquiao de
mayor vigor y potencia. Así, fue el Pacman quien sacó mayor rédito en los
cruces y solo se vio en aprietos cuando
el norteamericanos, de a ráfagas, trabajó desde afuera.
El tiempo pasa para todos. A Floyd Mayweather Jr. no le sobró
para ganarle a Miguel Cotto, a pesar de su amplia superioridad. El Money emana
excelencia a cada paso sobre el ring, pero los golpes asimilados y enviados no
contienen la potencia de otros tiempos. Con Manny Pacquiao, anoche, dio la
misma sensación. Golpeó neto, a cara descubierta y en el mentón a Bradley, sin
lograr derribarlo. La pimienta en los puños pareció dejarla atrás, en aquellas
contiendas en que el filipino era un torbellino de manos. En el octavo round,
Tim dio sobradas muestras de cansancio que, un fajador –el propio Emanuel
Pacquiao, algunos calendarios atrás-, haría pagar con lona. Manny no lo logró,
y no fue casual: el tiempo pasa para todos.
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La prueba del delito |
Roach, en otra. El entrenador del Pacman, Freddie Roach, se inmortalizó en el Salón de la Fama de Canastota (Nueva York). El reconocimiento a esta gloria de los puños enguantados, ocurrió hoy por la tarde. Dirigió, entre tantos, a Oscar de la Hoya, Mike Tyson, Bernard Hopkins, etc.