Por Andrés Mooney
Cuando sube a combatir, él, desde el ring side, sufre como en sus tiempos de peleador. Mueve la cabeza, se pone de pie y ejecuta movimientos boxísticos al aire. Julio César Chávez, el César mexicano, tuvo el mejor regalo de día del padre que pudieron haberle hecho: su hijo Julito superó anoche, en el San Bowl de El Paso, Texas, una prueba de fuego ante Andy Lee, y lo noqueó técnicamente en el séptimo asalto.
Los chicos crecen. Julio César Chávez Jr., sin prisa, va tomando pinta de campeón. Como lo hiciera su compatriota Saúl Álavarez -a entender de este escriba, el Canelo está algunos escalones por encima-, el hijo de la leyenda del boxeo azteca evoluciona en cada presentación. Con el apoyo de José Sulaimán y Bob Arum, Chávez Jr. responde a las expectativas y, parece, está todo confirmado (toco madera...) para que se enfrente a Sergio Gabriel Martínez, el 15 de septiembre, en el Thomas & Mack Center, de las Vegas, por la faja mundial del peso medio CMB.
Mientras Maravilla disfruta -de vez en cuando puede hacerlo, ¿no? ¿O pretenden que se deslome por siempre?- bailando en la televisión, el Junior recibió el sello de aprobado para ser un rival de jerarquía del argentino. Ahora, el quilmeño seguirá ganando popularidad en las pistas de baile -aquellas que no conoció en las discotecas más que trabajando-, y el mexicano se tomará unos buenos días de reposo.
Descansen mientras puedan porque, el 15-09, queremos verlos sobre el ring.
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