El cordobés había anticipado que, luego de no ser reconocido en la conferencia de prensa, haría que los tucumanos no olviden jamás su nombre. Fue perjudicado ante Héctor Santana y, por poco, no noqueó.
Por Andrés Mooney
"No te hagas problema que mañana se van a acordar bien. Nunca más se van a olvidar que vino un tal Iturria". Había fuego, bronca, orgullo en esas palabras. José Gustavo Iturria (64,600 kg.) prometió y cumplió: avisó que daría batalla y así lo hizo.
Un cross de izquierda de manual mandó al tapiz a Héctor Santana (65,200 kg. fue el peso oficial, aunque dio 66,700 kg.) que se recuperó, cuando parecía que la pelea terminaba en el primer capítulo. El árbitro, mientras el cordobés iba a definir, separó innecesariamente y favoreció -como en toda la noche, permitiendo golpes con el antebrazo, en la nunca, espalda, etc.- al "Hachero" tucumano.
La segunda vuelta fue pareja. Iturria disminuyó el ritmo, por momentos se prendió en la corta distancia entrando en el juego del visitante, y el round pudo haber sido para cualquiera de los dos, pero por la mínima diferencia.
El tercer segmento fue vibrante. Cambiaron manos durante todo el cuadrilátero, mientras "el Majestuoso" retrocedía y Santana avanzaba vehemente, aunque sin mayor claridad. En una embestida, Santana tomó mal parado (con los pies en paralelo) al de "la Docta" y lo derribó. Iturria se repuso bien, sonó la camapana, y se fue a la esquina exhausto.
La pelea estaba ahí, para cualquiera de los dos. Uno se inclinaba por la mayor claridad, mejor boxeo, manejo de distancia, efectividad, defensa (hizo errar muchos golpes), del cordobés. Pero se estaba en la casa del visitante. La cuarta ronda fue muy favorable al de Argüello Juniors que boxeó desde afuera, manejó bien la izquierda, y en el minuto final castigó severamente a su oponente, teniéndolo a un paso del nocaut. Sonó la campana y no cabían dudas: había ganado Iturria.
Los jurados hicieron de las suyas y decretaron el triunfo para Santana. Iturria dio ventajas en el peso, con pocos días de entrenamiento, y le dio una lección al tucumano. No lo engañen, de nada sirve: el rostro del "Hachero" una vez terminado el combate, resumió lo ocurrido.
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