Marcos acabó en el séptimo asalto con Mariano Carranza y, ayudado por la lesión en una mano, no mostró su mejor performance. La gente respondió el viernes por la noche.
Por Andrés Mooney
El Príncipe fue más durante toda la noche. Dominó el pleito a placer y pegó por donde quiso o, mejor dicho, hasta donde su puño derecho le permitió. El querer noquear a su rival como sea, hizo que el local sacara golpes fortísimos pero escasos. Marcos se olvidó de boxear e intentó “despachar” cuanto a antes a un rival mañoso, experto en supervivencia sobre el ring, que cayó cuando se iba la pelea.