Luis Pablo Zárate venció anoche, tras seis rounds y en decisión unánime de los jurados, al santafesino Francisco Nicolás Benítez. "Luifa" lució mejor que en otras presentaciones a pesar de no haber conseguido el nocaut. 400 personas dijeron presente más allá de la lluvia que no cesó.
Por Andrés Mooney
Boxeó, caminó el ring, hizo un buen trabajo defensivo, lo tuvo al borde del sueño, pero no llegó la definición categórica. "Luifa" ganó todas las vueltas, aunque alguna pudo habérsela llevado por medio punto. En ataque, tiró a la zona baja colando recios ganchos al hígado, agregando esta materia que no siempre aparecía en el libreto del de Argüello Juniors. Tuvo panorama para atacar desde todos los ángulos, en las tres distancias, aunque -sabido es- se encontró siempre más cómodo en la larga con golpes rectos que llegaron plenos sobre un Benítez que disfrazaba de héroe. En defensa, estuvo atento a no bajar las manos para bloquear los amenazantes voleados de "Pancho".
No es fácil de entender, para quienes conciben el boxeo como el arte de dormir al rival en la lona, que se está mejorando a pesar de no conseguir la definición categórica. Zárate demostró madurez sobre el ring, escuchó atento las órdenes de su rincón y jamás se desconcentró. ¿Por qué hacer referencia a esto? Increíblemente, la pelea estuvo detenida en dos oportunidades por cortes energéticos. Primero, apenas finalizado el asalto inicial (pausa que duró cinco minutos), y luego cuando se iba la cuarta vuelta, permaneciendo interrumpida la pelea por más de 10 minutos. Mientras se recogían las tarjetas para dar por terminado el combate en el cuarto capítulo, volvió la luz y retomaron las acciones. El pupilo de Luis Olivero salió a apurar al visitante y lo tuvo a maltraer en las dos vueltas siguientes, llevándose ampliamente los rounds finales.
Benítez fue, una vez más, un trabajador del ring. Recibió manos netas, golpes que bien podrían haberle ocasionado una cuenta de protección, pero siempre se las ingenió para seguir en pelea.
El público, que cuando se fue la luz comenzaba a impacientarse, terminó cantando por el ídolo local y aplaudiendo de pie a los boxeadores. El reconocimiento fue para un Pablo Zárate que progresa, y hacia un Francisco Benítez que nunca se entrega. Ganó el "Luifa" y va por más.
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