Por Edgardo Rosani (Morresi) - www.boxeo-boxing.com
El miércoles 25, a las 12 hs, en el coqueto restaurant
Cantarrana Grill de la zona de Las Delicias, ciudad de Maracay, República de
Venezuela, se llevó a cabo la presentación oficial de una nueva edición del
festival “Ko a las drogas” que organiza la Asociación Mundial de Boxeo, en la
ciudad que albergó sus oficinas desde su creación hasta el traspaso hace unos
años a la nueva sede en la ciudad de Panamá.
Como no podía ser de otra manera, el mismísimo Gilberto
Mendoza, presidente de la Asociación Mundial de Boxeo, abría la rueda de prensa
con un discurso breve, conciso y esclarecedor. Presentó uno a uno a todos los
intervinientes de la función, agradeció a quienes correspondía deportiva y
políticamente y consideró un gran gesto de los promotores que harán pelear a
sus pupilos en un festival de éstas características. Vale aclarar para quienes
no sepan, que los combates realizados en este tipo de festivales, el promotor o
manejador de cada púgil debe hacerse cargo de los pasajes y bolsa
correspondientes. También se aclara, que luego de cada combate, una comisión
médica realizará el control antidoping respectivo a todos los púgiles. Por tal
motivo, es tan valorada la presentación de los peleadores y, en especial, de
los promotores, que asumen los costos del combate y de esa forma, colaboran con
el espíritu del festival.
El trajeado moreno –con cara adusta- Liborio Solís –actual
campeón interino súper mosca AMB ya que el campeón regular es el tailandés
Tepparith Singwancha y su compatriota Khaosai Galaxy posee la Súper Corona-
contrastaba con el look informal del platense Santiago “Vendaval” Acosta,
sponsoreado por el “Pata” Medina, dirigente de importancia de la UOCRA (Unión
Obrera de la Construcción de la República Argentina). El mismo contraste
presentaba la espléndida campeona “La Niña” Suárez –una morena de 1,75m, hermosa,
de físico escultural, simpática y producida de gala con un vestido ultracorto
que levantaba admiración entre los concurrentes. Del otro lado, la chaqueña
Pamela Benavidez, humilde, callada y respetuosa, con un jogging y una
musculosa, era la otra cara de la escena.