Natalia “la Cobrita ” Aguirre tiene el
boxeo que le gusta al pueblo. Pícara, con las manos bajas, sonríe casi de forma
burlona para enfurecer a la rival, y pega. La zurda camina bien el ring y su
mayor virtud es el gran dolor de cabeza que genera en sus oponentes cuando la
atacan: es realmente difícil pegarle.
Anoche empataron. Ninguna se llevó
el triunfo a casa quizá porque prefirieron el bien común: entregarle la
victoria al público que observó un combate de primer nivel. La menor de las Sánchez
espera afianzarse en el seleccionado. La hija del “Tomy” Aguirre aguarda la
licencia profesional para hacerse camino en el campo rentado. Tienen estilos
diferentes y caminos disímiles pero en un punto coinciden las dos: son
indiscutiblemente cracks.
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