"Creo que me lo merezco después de todo lo que trabajé.
Quiero pelear por el título del mundo, sea el que sea". La voz, un poco
cansada, es la de un Lucas Matthysse (31-2-0,29ko) efusivo en el Staples Center
después de dejar arruinado a Humberto Soto tras cinco rounds. El chubutense,
que una vez perdió la chance de disputar un cinturón mundialista ante el
mexicano Erik Morales por un cuadro viral, tendrá su primera oportunidad: el
Consejo Mundial de Boxeo anunció que se medirá con el nigeriano Ajose Olusegun
(30-0-0,14ko) por el superligero interino.
La entidad con sede en México había coqueteado con la
posibilidad de que el combate entre la Zorrita y el argentino fuera eliminatorio al
cetro que posee el norteamericano Danny García. Después, aclaró que eso no iba
a ocurrir y que el africano (rankeado primero en las 140 libras y esperando
hace tiempo) sería el retador. En el medio, García GKOT4 a Amir Khan y unificó
su título con el de la
Asociación Mundial de Boxeo. El Consejo puso el grito en el
cielo, avisó que no aceptaría eso y que Danny tendría que escoger uno de los
dos. Algo que, finalmente, no fue así.
García programó una revancha ante el Terrible, a quien le
ganó la faja a principios de 2012, para el 20 de octubre. De esta forma, no
habría otra salida que un interinato. Así, después de mucho tiempo y tras
haberlos eliminado a todos, el CMB decidió regresar a ese título que se inventó
para proteger a los campeones en receso. El 8 de septiembre, en la cartelera de
Randall Bailey vs Devon Alexander por el welter de la Federación Internacional
de Boxeo y todavía con lugar a definir (se manejan Memphis, Miami y Atlantic
City), Matthysse tendrá esa oportunidad por la que tanto luchó en el plano
internacional.
El vencedor del argentino y Olusegun se las verá con el
ganador de García y Morales. Lucas, después de sus inmerecidas derrotas a manos
de los jueces en sus combates con Zab Judah y Alexander, buscará meterse de
lleno en la elite del boxeo mundial. Su rival es zurdo, rápido y vigoroso, pero
Matthysse goza de ese don nato que lo llevó a las grandes ligas: su
sorprendente poder de nocaut.
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