Pablo Oscar Natalio Farías perdió por nocaut técnico en el quinto asalto ante Arthur Abraham. La pelea tuvo lugar en Alemania y no hubo título en juego.
Por Andrés Mooney
Hizo lo que pudo. Ante un rival en los papeles ampliamente superior logró meter sus manos, recurrir a lo que alguna vez aprendió: traslación de piernas, golpes al cuerpo, envíos curvos; pero no bastó. Pablo Farías venía de la peor pelea de su carrera, cuando cayó con José Clavero en una noche para el olvido. "Enfrentar al rival adecuado en el momento justo". Eso era llevarle la carrera a un boxeador, según me enseñaron alguna vez. Y "Pokemón", con un buen potencial para explotar, no pasaba por la parte más fructífera de su carrera. Ni física, ni mental, ni deportivamente. Era jugársela a ver qué pasaba, a probar suerte y, dadas las circunstancias, tan mal no lo hizo.
Esa maldita izquierda. "El Rey Arturo" comenzó utilizando bien el jab y así mantenía a distancia al argentino. Farías buscaba acortar la distancia, filtrar algún golpe, hasta que se encontraba con la zurda en punta.
La guardia, una cortina metálica. Menor altura, menos alcance de brazos, se hacía difícil la faena de golpear a un boxeador con tantas ventajas físicas. Aún así, el ahijado del Gremio de los Camioneros arriesgó, le faltó el respeto al local atacando, pero los brazos de Abraham dibujaban una barrera muy difícil de penetrar. Sólo manos al cuerpo pudo acertar el nuestro, que con movilidad y velocidad llegaban a destino.
La potencia fue decisiva. Cuando emparejaba las acciones y lograba incomodar plantándosele en pelea, Arthur lo invitó al cambio de golpes y dio por finalizado el pleito. Tres caídas en el quinto capítulo fueron suficientes para que el armenio volviera a la senda del triunfo reteniendo el título europeo de la OMB súpermedio.
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